
Ryūjin
Edad: 275 años.
Especie: Híbrido (dragón/humano).
Sexo: Masculino
Familia: Padre -> ??? Madre -> Nakamura Mei (fallecida)
Orientación sexual: ???
Físico
Hay varios puntos destacables de la apariencia de Ryūjin, puesto que no es de los que pueden pasar desapercibidos con facilidad. Alcanza casi los dos metros de altura, su cuerpo es de complexión fuerte, más bien equilibrada. Es musculoso pero no exageradamente.
Posee una larga cabellera blanca de hebras rebeldes, la cual llega hasta su cintura. Suele tomar muchos cuidados especiales con su cabello ya que le gusta mantenerlo suave y brillante.
Tiene los colmillos más largos que las personas comunes y corrientes, algo que heredó de su padre. Sus orejas son alargadas y puntiagudas, y sus ojos son un tanto peculiares. El color de estos es amarillo en el iris, mientras que en la esclerótica, que es blanca en los humanos, es negra. Pero no siempre sus ojos fueron así, estos cambiaron con su desarrollo.
Desde el antebrazo hasta la punta de los dedos, su piel es reemplazada por escamas rojizas, las cuales también se encuentran a los lados de su rostro cubriendo parte de sus mejillas, y desde donde éstas están, subiendo hacia la frente sobresalen un par de cuernos del mismo color, uno más largo que el otro.
Algo que quizás no es tan notable a simple vista debido al tipo de ropa que suele llevar puesta es el hecho de que no tiene su brazo derecho, lo perdió hace mucho. Pero eso no le afecta en lo más mínimo para realizar sus tareas cotidianas, y tampoco le molesta hablar del tema. Aunque es un recuerdo doloroso, ya superó por completo el asunto.
En cuanto a sus prendas, gusta de vestir con extravagantes y finos kimonos. Algo un poco anticuado, pero así lo prefiere aún en la actualidad.
Personalidad
Se trata de alguien bastante pacífico, aprecia la tranquilidad y le agrada que le den el mismo trato que él da. Suele ser extremadamente respetuoso en primera instancia con todos, quizás hasta un tanto reservado.
Pero así como su humor puede ser muy bueno, también puede ser muy volátil. Si le da la impresión de que le están tomando por tonto, o se siente provocado por otra persona, puede llegar a molestarse con rapidez, al punto de soltar gruñidos y echar fuego por la boca. Algo en lo que definitivamente debe trabajar más es en su paciencia, pues la que posee es bastante corta.
Como todos, también tiene un lado más tímido, y la verdad es que tiende a avergonzarse con mucha facilidad, especialmente si es gracias a cumplidos que le hagan. Aunque tampoco es algo que suceda con demasiada frecuencia debido a lo aislado que vive del resto del mundo.
Si tiene algún problema con alguien no piensa quedarse callado, prefiere ser directo y hablarlo de frente con esa persona antes que evitar el tema y andar con rodeos por mucho tiempo. Y así como es de directo, también lo es de sincero, aunque eso signifique tener que herir sentimientos alguna que otra vez. Considera que es preferible eso a la mentira.
Al encariñarse con alguien suele ponerse demasiado sobreprotector, y por supuesto apegarse a quien sea la persona. Le protegerá con dientes y garras. En lo que le sea posible, él se ofrecerá a ayudar si es necesaria su intervención. No es del tipo que se da por vencido ante las adversidades que se le presenten, siempre hallará la forma de salir adelante.
Historia
Hijo de un dragón y una mujer humana, Ryūjin nació en un pequeño pueblo en Japón durante el período Edo. Su padre siempre había vivido observando muy de cerca a los humanos, mezclándose entre ellos al tomar una apariencia similar. Y aunque inesperado, el amor llegó para la legendaria criatura, a pesar de saber el corto tiempo que tenían de vida los humanos. Igualmente inesperado fue para la mujer saber que el hombre de quién se había enamorado no era precisamente lo que aparentaba, pero eso no la detuvo.
Los primeros años de Ryūjin transcurrieron con total normalidad, había nacido como un humano común y corriente, lo que en parte fue un alivio para la pareja, pues de haber sido el caso contrario lo más probable era que el padre hubiese tenido que llevárselo lejos del pueblo a vivir con él.
No fue sino hasta los cinco años de edad que ciertos cambios comenzaron a hacerse presentes en el pequeño niño. En algunas partes de su piel, más concretamente en las extremidades y rostro, aparecieron machas rojizas y ásperas. Al principio sus padres pensaron que era alguna especie de irritación, que pronto se iría. Pero no fue así. Las manchas se hacían aún más grandes. Fue entonces cuando su padre notó que no se trataba de una irritación, sino de pequeñas escamas rojizas. Y eso no fue lo único.
Casi al mismo tiempo un par de cuernitos podían verse sobresaliendo de la cabeza del infante. Aquello significaba que los genes de dragón se estaban manifestando y ambos adultos sabían que no era una buena señal. No podían permitirse que el resto de personas se enteraran de aquello. Con todo el pesar del mundo y por muy incorrecto que pareciera, decidieron mantener oculto al niño. Poco a poco fueron permitiéndole cada vez menos salidas al exterior a su hijo hasta llegar al punto de no dejarle salir para nada, y eso no hizo más que entristecer al pequeño híbrido, además de generar un sinfín de rabietas.
El pobre no comprendía el por qué debía quedarse encerrado todo el día en la casa. Se aburría mucho, extrañaba jugar fuera con el resto de niños del pueblo, o dar paseos con sus padres, o simplemente tomar un poco de aire fresco. Una noche, fuera de la vista de ambos adultos, Ryūjin escapó para salir al exterior.
Aún había personas fuera de sus casas, pensó que quizás el resto de niños querrían jugar un poco antes de que la cena estuviera lista. Lo que definitivamente nunca pasó por su cabeza, ni de cerca imaginó, fue el rechazo. Aquellos de su edad con quienes había jugado incontables veces huían de él, salían corriendo despavoridos al grito de "¡Es un demonio!". En medio del escándalo de los niños, algunos adultos se asomaron de sus casas para ver qué era lo que sucedía, y obviamente ellos no estuvieron más complacidos al ver su apariencia. Suerte que sus padres llegaron en poco tiempo, llevándolo nuevamente hacia la seguridad del hogar. Aunque lo regañaran, ellos sabían que no era para nada culpa del pequeño híbrido. Jamás debieron prohibirle salir fuera de la casa, pero aquello no fue más que por la seguridad de él.
Los siguientes días a aquél evento no fueron mucho mejores, pues los rumores comenzaron a extenderse con prontitud por todo el pueblo, hasta que cada persona sabía del supuesto "demonio" que allí se encontraba viviendo. Y el fatídico día llegó. El día en el que la gente del pueblo, cansada de rumores y del miedo constante que provocaban, decidieron en un gran grupo ir a buscar al supuesto ser malvado que habitaba esas tierras para exterminarlo de forma definitiva. Comenzaron por atacar la casa en la que vivía la familia, golpeando enfurecidos puerta y paredes para obligarlos a salir. Ryūjin nunca había estado tan asustado en su vida. Sus padres trataban de tranquilizarle, pero ni ellos mismos sabían como resolver la situación. Hablarlo como personas civilizadas no parecía una opción viable. Tomando finalmente una decisión, el padre del pequeño decidió que él los distraería, dándole la oportunidad de escapar a la mujer y su hijo. Pero aquella se negó rotundamente a abandonar al amor de su vida, por lo que ambos abrieron la puerta para enfrentar a la multitud enfurecida, claro no sin antes despedirse de su niño adorado. Ryūjin huyó por una de las ventanas hacia la profundidad del bosque. Allí podría ocultarse y sería más complicado que le encontraran.
Estaba bien. Todo estaba bien. Antes de irse sus padres le prometieron que irían a buscarle en cuanto terminaran de resolver aquél escándalo. Ellos regresarían por él... ¿Verdad? Nada malo les pasaría, estaba seguro. Escondido entre unos arbustos, el híbrido permaneció a la espera de sus progenitores, pero las horas pasaban y no veía ningún rastro de ellos. El sol desapareció del cielo, dando paso a la oscuridad de la noche, y un suave sollozo se escuchaba provenir desde alguna parte del bosque. Ya era demasiado tarde. Ryūjin sabía que sus padres probablemente jamás regresarían, y entre temblores por el frío y el llanto, terminó quedándose dormido en aquél lugar.
El joven híbrido decidió jamás regresar al pueblo, ni acercarse a sitios muy habitados. Sabía que jamás sería bien aceptado por los humanos, así que adoptó al bosque como su nuevo y permanente hogar. En la actualidad Ryūjin se encuentra habitando el bosque Aokigahara, el cual se encuentra justo en la base del monte Fuji. Sí, el mismo bosque al que consideran maldito, y en el que cientos de personas cometieron suicidio. Utilizó aquello como una ventaja, pues sabía que allí no podrían hacerle daño por el miedo que generaban todas aquellas historias. Bueno, todo era así hasta que una noche un extraño portal apareció frente a él, y con auténtica curiosidad decidió adentrarse en el mismo, a pesar de no saber qué le esperaba del otro lado.
Otros datos
Su momento favorito del día es el atardecer, la puesta de sol. Le gusta observar como poco a poco el cielo va tiñéndose en colores anaranjados y rojizos.
Su nombre real, el que le otorgó su madre al nacer, es Shun. Ryūjin es simplemente la forma en la que él mismo decidió llamarse, haciendo honor a su raza y también una referencia a la mitología japonesa. Según ésta, Ryūjin era la divinidad, un dragón, que gobernaba el mar, simbolizando el poder del océano.
A diferencia de su padre, Ryūjin no puede adoptar una forma completamente humana, pues ya nació con ella. Pero sí puede transformarse en dragón, aunque le resulta bastante agotador y prefiere no hacerlo.
Su bebida favorita es el té de jazmines. Aunque disfruta de cualquier tipo de té en general.
Perdió su brazo derecho hace aproximadamente unos 150 años, al ser víctima del ataque de un grupo de humanos. Muchas historias se escuchaban de una criatura mágica en los bosques dónde él habitaba, y lamentablemente ese fue el resultado del deseo de las personas de atraparle.